En La Merced, provincia de Salta, tuvo lugar el pasado fin de semana la Primera Fiesta de la Cultura Nativa, integrando las comunidades Chorote, Wichi y Toba. Y allí hubo presencia carlospacense.
En menos de una semana la flamante Fundación Roqué del Castillo ya organizó con Víctor Curvino Producciones una charla con el viceministro de Salud de la Provincia (en el Portal del Lago Hotel), a modo de presentación pública de esta fundación, sobre el fenómeno del Dengue y el virus Influenza A H1N1. Y apenas unos pocos días después, sus coordinadoras, Virginia Monassa y Mónica Ferreyra, aceptaron la invitación del cantautor Jorge Rojas y viajaron a este evento integrador en el extremo norte de la patria.
Con el único objetivo de sumarse a esta movida solidaria y sin respiro, esta nueva fundación preparó sus mochilas y acudió a esta convocatoria, allí donde surgió Jorge Rojas y donde conviven en armonía tres etnias, en la triple frontera de Argentina-Bolivia-Paraguay y sobre las márgenes del imponente Río Pilcomayo.
Virginia Monassa, aún impactada por la experiencia vivida resumió la participación de esta delegación local en esta inédita “pueblada”.
¿Cómo surgió la posibilidad de participar en este evento?
Fue a través de unos médicos que integran nuestra fundación que decidimos viajar para colaborar con este evento que se iba a hacer el Chaco salteño durante el fin de semana largo del 25 de Mayo.
De Carlos Paz viajamos Mónica Ferreyra y Virginia Monassa y dos estos médicos de Colonia Caroya (uno de ellos Julieta Carrizo).
Llevamos muchas donaciones, medicación y regalos (como golosinas, ya no tienen acceso a este tipo de cosas).
Fue un largo viaje en auto hasta allá y todo el fin de semana paramos en carpa.
¿Cuáles fueron las características del festival?
La Primera Fiesta de la Cultura Nativa tuvo
Como objetivo lograr la integración de las comunidades Wichi, Chorote y Toba, que están ubicadas en la zona de la localidad de La Merced, en el límite con la frontera con Bolivia y Paraguay.
Este asentamiento aborigen surge a orillas del Río Pilcomayo.
Esto es a 170 kms de Tartagal, que nonostros hicimos en seis horas y media de auto, que costó llegar porque hay mucho guadal.
La gente empezó a llegar el viernes por la tarde. El evento comenzó el sábado, siguió el domingo y hasta el lunes feriado, con el cierre de Jorge Rojas.
El lunes, último día, Rojas nos agasajó con un asado en su casa para toda la prensa y algunos invitados especiales.
El surgió de allí y vive a tres kms de este asentamiento. Fue a la escuela con la comunidad chorote y comenzó a crecer y trascendió a nivel nacional e internacional, pero nunca se olvidó de sus orígenes, de su lugar.
Él se crió entre ellos pero en realidad nunca lo habían escuchado como artista y organizó esto en gratitud a lo que esta comunidad le dio.
Jorge tiene sus mejores amigos y familiares también entre estas comunidades. Él quiere instaurar este festival en forma anual, para que la gente de su comunidad pueda conocer no sólo sus creaciones musicales sino también la de otros artistas y con lo que recauden poder terminar las obras de agua potable, luz y cloacas.
En el festival estuvieron Los Carabajal, Claudia Pirán, Pastor Juárez y Los Huairas, entre otros. También muchos artistas populares que se sumaron en forma espontánea y subieron al escenario en forma desinteresada.
Los invitados centrales y destinatarios eran los habitantes de estas comunidades.
Los anfitriones tuvieron en esos días una especie de invasión de gente, ya que se calcula cerca de 5.000 las personas que acudieron al evento, entre ellos, el propio Gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey.
¿Cuáles son las principales necesidades que tienen?
Nosotros estuvimos más en contacto con la comunidad Chorote y en verdad vimos que necesitan muchas cosas. Recién para este evento contaron con luz a través de grupos electrógenos.
Las obras para el agua potable están en marcha, pero no están terminadas.
¿Cómo viven?
Son 300 familias que viven en sus casitas, que son como en chozas, separadas por palotes, como es tradicional en las comunidades de este tipo.
A ellos les llegó el consumo de occidente pero no las ventajas de la civilización. Es decir, se visten con remeras, no tienen ollas de barro y utilizan los mismos utensillos que usamos nosotros. Yo me entrevisté con el cacique, que no solo los lidera sino que hace de todo, casar, curaciones, llamar a asamblea; justamente asamblea que elige estos caciques en forma popular.
Para la realización de este evento se llamó a votación, ajustada y que contó con una dividida la aceptación, aunque finalmente se impuso. El cacique dura en el mandato toda su vida y salvo enfermedad o muerte no es reemplazado.
¿Hay preocupación por el dengue?
Cuando llegamos hacía 48º grados. Es uno de los lugares más calurosos y secos. Y si bien por prevención nos cubrimos con cremas repelentes, nunca hizo falta porque no había.
Ellos no lo viven como una preocupación, no tienen posta sanitaria y por ejemplo en el caso de los partos en casi todos los casos son naturales, ya que casi siempre conciben en cada hogar.
¿Preservan sus tradiciones?
Cada vez que hay un casamiento o un cumpleaños, se hace un recibimiento muy especial y se integran, tanto del lado paraguayo, como boliviano, como argentino, porque son amigos y las familias también están muy entrelazadas entre sí.
Fue muy fuerte para nosotros, pero muy común para ellos, cruzar caminando el Pilcomayo, de una orilla a la otra. El agua les llega hasta el pecho, pero no es nada del otro del mundo hacerlo, al contrario lo hacen desde siempre.
Cuando hay algún acontecimiento se dan aviso con los bombos llamadores y cruzan de un lado a otro.
¿Tienen su propio dialecto?
Sí, por ejemplo ellos hablan el chorote, tanto chicos como ancianos, en sus casas habitualmente, porque es su lengua nativa que fue pasada de generación tras generación. En la escuela de la zona los chicos tienen un profesor bilingüe y recién es allí donde aprenden el castellano, que pasa a ser el segundo idioma. La lengua principal es el chorote. Ellos tienen un especial interés en preservar su cultura.
¿Todos se queden allí? ¿Nadie emigra?
Algunos sí, sobretodo los adolescentes, pero son casos puntuales. Viven de la caza y de la pesca, no manejan dinero, por lo tanto se le hace casi imposible salir, incluso a Tartagal, la ciudad grande más cercana.
¿No tienen huertas?
La tierra no es muy favorable para eso, por eso viven mayormente de la pesca. Incluso hasta fabrican sus redes propias redes para pescar.
¿Cómo se llevan entre sí las comunidades?
Conviven perfectamente. Son un verdadero ejemplo, respetándose cada una sus costumbres, dialectos y tradiciones.
¿Qué planes tiene la fundación Roqué del Castillo para estas comunidades?
Seguir trabajando por ello, aunque estemos lejos. Algunos de nuestros integrantes son médicos y estaremos acercando remedios, vacunas, tratamientos, atención y todo lo que necesiten. Mientras estuvimos allí nuestros profesionales hicieron algunos improvisados chequeos para ir conociendo cómo se encuentran.
El año próximo queremos salir con un contingente más nutrido. Queremos nosotros hacer la punta para que muchos más se sumen. Algunos nos dirán que en Colinas también hay necesidades. Pero también se trata de integrarnos todos, con estas comunidades aborígenes también.
Nuestra fundación tiene como ejes centrales la cultura y la educación y por eso siempre vamos a apoyar estos eventos de integración.
¿Y en lo personal como lo vivieron ustedes?
Muy movilizados. Fue como una patriada. Cantar el Himno al lado del Pilcomayo, después de recorrer tantos kilómetros, realmente nos llegó mucho. Jorge Rojas, un consagrado volvió y sigue siendo uno más, porque todos allí nos sentimos hermanados.
¿El Estado los asiste?
Si, el Estado está pendiente por si necesitan algo de urgencia. No tienen casos de desnutrición. Ellos preservan su identidad cultural, pero están comprendiendo la necesidad de cubrir cuestiones básicas de la modernidad para estar mejor, como es el caso de contar con servicios públicos básicos como agua potable y luz. Por eso nos necesitan y no podemos ser indiferentes. Y hay que empezar ya mismo a comprometerse.
En menos de una semana la flamante Fundación Roqué del Castillo ya organizó con Víctor Curvino Producciones una charla con el viceministro de Salud de la Provincia (en el Portal del Lago Hotel), a modo de presentación pública de esta fundación, sobre el fenómeno del Dengue y el virus Influenza A H1N1. Y apenas unos pocos días después, sus coordinadoras, Virginia Monassa y Mónica Ferreyra, aceptaron la invitación del cantautor Jorge Rojas y viajaron a este evento integrador en el extremo norte de la patria.
Con el único objetivo de sumarse a esta movida solidaria y sin respiro, esta nueva fundación preparó sus mochilas y acudió a esta convocatoria, allí donde surgió Jorge Rojas y donde conviven en armonía tres etnias, en la triple frontera de Argentina-Bolivia-Paraguay y sobre las márgenes del imponente Río Pilcomayo.
Virginia Monassa, aún impactada por la experiencia vivida resumió la participación de esta delegación local en esta inédita “pueblada”.
¿Cómo surgió la posibilidad de participar en este evento?
Fue a través de unos médicos que integran nuestra fundación que decidimos viajar para colaborar con este evento que se iba a hacer el Chaco salteño durante el fin de semana largo del 25 de Mayo.
De Carlos Paz viajamos Mónica Ferreyra y Virginia Monassa y dos estos médicos de Colonia Caroya (uno de ellos Julieta Carrizo).
Llevamos muchas donaciones, medicación y regalos (como golosinas, ya no tienen acceso a este tipo de cosas).
Fue un largo viaje en auto hasta allá y todo el fin de semana paramos en carpa.
¿Cuáles fueron las características del festival?
La Primera Fiesta de la Cultura Nativa tuvo
Como objetivo lograr la integración de las comunidades Wichi, Chorote y Toba, que están ubicadas en la zona de la localidad de La Merced, en el límite con la frontera con Bolivia y Paraguay.
Este asentamiento aborigen surge a orillas del Río Pilcomayo.
Esto es a 170 kms de Tartagal, que nonostros hicimos en seis horas y media de auto, que costó llegar porque hay mucho guadal.
La gente empezó a llegar el viernes por la tarde. El evento comenzó el sábado, siguió el domingo y hasta el lunes feriado, con el cierre de Jorge Rojas.
El lunes, último día, Rojas nos agasajó con un asado en su casa para toda la prensa y algunos invitados especiales.
El surgió de allí y vive a tres kms de este asentamiento. Fue a la escuela con la comunidad chorote y comenzó a crecer y trascendió a nivel nacional e internacional, pero nunca se olvidó de sus orígenes, de su lugar.
Él se crió entre ellos pero en realidad nunca lo habían escuchado como artista y organizó esto en gratitud a lo que esta comunidad le dio.
Jorge tiene sus mejores amigos y familiares también entre estas comunidades. Él quiere instaurar este festival en forma anual, para que la gente de su comunidad pueda conocer no sólo sus creaciones musicales sino también la de otros artistas y con lo que recauden poder terminar las obras de agua potable, luz y cloacas.
En el festival estuvieron Los Carabajal, Claudia Pirán, Pastor Juárez y Los Huairas, entre otros. También muchos artistas populares que se sumaron en forma espontánea y subieron al escenario en forma desinteresada.
Los invitados centrales y destinatarios eran los habitantes de estas comunidades.
Los anfitriones tuvieron en esos días una especie de invasión de gente, ya que se calcula cerca de 5.000 las personas que acudieron al evento, entre ellos, el propio Gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey.
¿Cuáles son las principales necesidades que tienen?
Nosotros estuvimos más en contacto con la comunidad Chorote y en verdad vimos que necesitan muchas cosas. Recién para este evento contaron con luz a través de grupos electrógenos.
Las obras para el agua potable están en marcha, pero no están terminadas.
¿Cómo viven?
Son 300 familias que viven en sus casitas, que son como en chozas, separadas por palotes, como es tradicional en las comunidades de este tipo.
A ellos les llegó el consumo de occidente pero no las ventajas de la civilización. Es decir, se visten con remeras, no tienen ollas de barro y utilizan los mismos utensillos que usamos nosotros. Yo me entrevisté con el cacique, que no solo los lidera sino que hace de todo, casar, curaciones, llamar a asamblea; justamente asamblea que elige estos caciques en forma popular.
Para la realización de este evento se llamó a votación, ajustada y que contó con una dividida la aceptación, aunque finalmente se impuso. El cacique dura en el mandato toda su vida y salvo enfermedad o muerte no es reemplazado.
¿Hay preocupación por el dengue?
Cuando llegamos hacía 48º grados. Es uno de los lugares más calurosos y secos. Y si bien por prevención nos cubrimos con cremas repelentes, nunca hizo falta porque no había.
Ellos no lo viven como una preocupación, no tienen posta sanitaria y por ejemplo en el caso de los partos en casi todos los casos son naturales, ya que casi siempre conciben en cada hogar.
¿Preservan sus tradiciones?
Cada vez que hay un casamiento o un cumpleaños, se hace un recibimiento muy especial y se integran, tanto del lado paraguayo, como boliviano, como argentino, porque son amigos y las familias también están muy entrelazadas entre sí.
Fue muy fuerte para nosotros, pero muy común para ellos, cruzar caminando el Pilcomayo, de una orilla a la otra. El agua les llega hasta el pecho, pero no es nada del otro del mundo hacerlo, al contrario lo hacen desde siempre.
Cuando hay algún acontecimiento se dan aviso con los bombos llamadores y cruzan de un lado a otro.
¿Tienen su propio dialecto?
Sí, por ejemplo ellos hablan el chorote, tanto chicos como ancianos, en sus casas habitualmente, porque es su lengua nativa que fue pasada de generación tras generación. En la escuela de la zona los chicos tienen un profesor bilingüe y recién es allí donde aprenden el castellano, que pasa a ser el segundo idioma. La lengua principal es el chorote. Ellos tienen un especial interés en preservar su cultura.
¿Todos se queden allí? ¿Nadie emigra?
Algunos sí, sobretodo los adolescentes, pero son casos puntuales. Viven de la caza y de la pesca, no manejan dinero, por lo tanto se le hace casi imposible salir, incluso a Tartagal, la ciudad grande más cercana.
¿No tienen huertas?
La tierra no es muy favorable para eso, por eso viven mayormente de la pesca. Incluso hasta fabrican sus redes propias redes para pescar.
¿Cómo se llevan entre sí las comunidades?
Conviven perfectamente. Son un verdadero ejemplo, respetándose cada una sus costumbres, dialectos y tradiciones.
¿Qué planes tiene la fundación Roqué del Castillo para estas comunidades?
Seguir trabajando por ello, aunque estemos lejos. Algunos de nuestros integrantes son médicos y estaremos acercando remedios, vacunas, tratamientos, atención y todo lo que necesiten. Mientras estuvimos allí nuestros profesionales hicieron algunos improvisados chequeos para ir conociendo cómo se encuentran.
El año próximo queremos salir con un contingente más nutrido. Queremos nosotros hacer la punta para que muchos más se sumen. Algunos nos dirán que en Colinas también hay necesidades. Pero también se trata de integrarnos todos, con estas comunidades aborígenes también.
Nuestra fundación tiene como ejes centrales la cultura y la educación y por eso siempre vamos a apoyar estos eventos de integración.
¿Y en lo personal como lo vivieron ustedes?
Muy movilizados. Fue como una patriada. Cantar el Himno al lado del Pilcomayo, después de recorrer tantos kilómetros, realmente nos llegó mucho. Jorge Rojas, un consagrado volvió y sigue siendo uno más, porque todos allí nos sentimos hermanados.
¿El Estado los asiste?
Si, el Estado está pendiente por si necesitan algo de urgencia. No tienen casos de desnutrición. Ellos preservan su identidad cultural, pero están comprendiendo la necesidad de cubrir cuestiones básicas de la modernidad para estar mejor, como es el caso de contar con servicios públicos básicos como agua potable y luz. Por eso nos necesitan y no podemos ser indiferentes. Y hay que empezar ya mismo a comprometerse.
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