Sol y Río: El edificio vecinal, en el ojo de la tormenta

La gestión de Daniela Mercado, al frente del centro vecinal Sol y Río se centró en la sede social de la institución, entre otros logros, aunque quienes la sucedieron, hoy, hagan oír sus voces de protesta.
Mercado encabezó la conducción de esta sureña entidad barrial por dos períodos, hasta fines del año pasado. En el primero de ellos, el edificio vecinal, ubicado en la plaza de Av. Cárcano, sufrió transformaciones, producto de la ampliación del dispensario y la instalación de una delegación policial.
Ambas dependencias, una para dotar de mayor seguridad a la zona y la otra, un mejor servicio sanitario, terminaron por copar las instalaciones hasta casi apropiarse, para quedarse sin siquiera espacio para las reuniones.
Durante su gestión se avanzó también en el Polideportivo barrial, ubicado en el fondo del barrio (contra la montaña), justo en el límite con San Antonio de Arredondo, destino final también del polémico tinglado que debió ser retirado de la plaza pública.
En noviembre pasado y con dos listas en pugna, Mercado tuvo que dejar la comisión y pasarle el mando a un dirigente barrial que ya desempeñó en otros períodos pasados al frente de la entidad: Roberto Falcón (1990/94 y 1999/01).
Una sorprendente jornada electoral, con gran cantidad de votantes, ubicó a Falcón nuevamente como ganador, en una ejemplar jornada cívica pero cuya polarización no se terminaría en esa mera contienda entre dos listas, circunstancialmente enfrentadas.
Ni bien fue proclamado Falcón, se hicieron públicas sus reservas primero sobre lo realizado por su antecesora, que llegó a punto tal la fuerte virulencia verbal y denuncias cruzadas entre sí y ante el municipio, que se exigió la rendición de las últimas memorias y los balances.
“Recibí el centro vecinal con sólo 40 pesos”, despotrica Falcón a quien quiera escucharlo. “Cómo puede ser que sólo haya quedado ese dinero, si las recaudaciones realizadas por estacionamiento en el balneario arrojaban en los últimos veranos un promedio de 10 mil pesos por temporada”.
Según el propio Falcón, su antecesora, enfrentada ya por cuestiones personales con él, “se gastó toda la plata en querer ampliar la sede y construyó ella misma, con la ayuda de unos albañiles, pero sin la supervisión de ningún arquitecto ni tampoco ingeniero, una nueva ala, junto al dispensario, aunque se trata de un verdadero mamotreto. Parece una burla”.
El viernes último, el propio secretario de Obras y Servicios Públicos del municipio, ing. Juan Carlos Carda, recorrió con Falcón esa obra sin concluir, de la cual sólo se ven paredes de blok y la preocupación fue compartida.
Al parecer el propio funcionario municipal se mostró sorprendido por los errores técnicos, los desniveles y el peligro que podrían correr algunas paredes, por su aparente, mal construcción.
Mientras Falcón dijo que formalizará el pedido de un peritaje técnico por parte de un arquitecto, para que analice si concretamente sirve o no lo edificado, el municipio aseguró que hará lo propio, con sus técnicos.
“Para no dejarme un peso, se gastaron como 10 mil pesos en materiales para construir algo que a simple vista uno se da cuenta que esta mal hecho”, aseguró preocupado Falcón, quien dijo que no le temblará el pulso en derribar esa estructura, en caso que los peritajes digan que corre riesgo de derrumbe.
Mercado quería construir junto al dispensario y destacamento, un salón polivalente, una biblioteca y dependencias, idea que parece compartir Falcón, aunque se muestra indignado en la forma que se hizo, mientras observa las paredes levantadas junto al edificio ya existente.
“Yo tengo experiencia en construcción, pero cualquiera que pase y vea esto no lo puede creer lo mal hecho que esta”, insistió.
Aunque lejos del centro de la ciudad y muy cerca del río y la montaña, Sol y Río ve empañado sus encantos por esta encendida polémica, que tiene en la mira a esta construcción, que mientras para unos, era como un sueño hecho realidad, para otros, parece ser, una pesadilla.