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lunes, 19 de mayo de 2008
LA TRISTE HISTORIA DE PINOCHO
Al igual que en el argumento original, la escultura local de Pinocho, corrió la misma y trágica suerte. Es que allá por 1.882, el autor, Carlo Collodi, escribió con su pluma que el desenlace para su Pinocchio, fuera la mismísima horca.
Paradójicamente, en uno de los pocos lugares de Latinoamérica, donde se rendía tributo a este ícono de la narrativa infantil, la escultura en madera que estaba en la Plaza de la Familia, en Villa Carlos Paz, fue destruida y nadie sabe si volverá a rehacerse.
Casi medio año le llevó al escultor local Rafael Polak, terminar su obra maestra, cuya maqueta había sido seleccionada como la mejor, en un Concurso Provincial de Esculturas, en el 2006.
Polak, el artista con más obras emplazadas en vía la pública (cinco), fue quien encabezó el 14 de septiembre del 2007, la inauguración del monumento, con su creación, ceremonia de la tomaron parte también la delegación Córdoba de la Asociación Lucchesi en el Mondo (entidad que financió su construcción).
Los propios integrantes de esta Organización No Gubernamental (ONG) se mostraron orgullosos de la réplica local del Pinocho italiano, creado por connacional de la región de Toscaza.
Pinocho (en italiano Pinocchio) es la marioneta de madera protagonista del libro Las aventuras de Pinocho escrito por Carlo Collodi y publicado en Italia en un periódico desde 1882 hasta 1883, con los títulos "Storia di un burattino" y "Le avventure di Pinocchio", ilustradas por Enrico Mazzanti.
La historia dice que Gepeto (Geppetto), que siempre ha deseado tener un hijo, esculpe una marioneta de madera con propiedades mágicas. Por la noche un hada madrina da vida a la marioneta de madera que, en esa forma, se convertirá en Pinocho, un niño de madera travieso y desobediente.
Originariamente, Collodi no pensó en su trabajo como una obra de literatura infantil: en la versión original, Pinocho es ahorcado por sus innumerables faltas y sólo en versiones posteriores la historia obtendría su famoso final en el que la marioneta se convierte en un niño de verdad.
La creación de Polak, que le llevó cerca de seis meses ponerla a punto, tuvo un correlato de otros seis meses casi, en que tardó en inaugurarse, debido q cuestiones burocráticas, que finalmente fueron zanjadas, cuando aquel 14 de setiembre se transformó en una realidad.
De aquel acto, en los últimos días el invierno, tomaron parte representantes del Instituto Dante Alighieri, del Centro Italiano local, del Centro Vecinal Cu Cú y del área de Educación y Cultura del municipio, que estuvo representada por su directora, la profesora Alicia Bergamín de Moreno.
Poco más de dos meses duró en el paseo público, conocido también como Plaza Capitán Casado, ya que a finales de noviembre la escultura fue literalmente derribada de su pedestal, mostrando todo tipo de agresiones y mutilaciones.
Nada se dijo, ni nadie informó sobre quienes habrían sido los autores de semejante daño, que provocó finalmente a principios de diciembre último el retiro de la castigada escultura, con el claro objetivo de su inmediata restauración.
Es así, que el “Pinocho carlospacense” volvió manos de su creador y en ese mismo mes el propio escultor presentó un presupuesto para su restauración. Desde entonces, casi medio año, la obra de arte se encuentra en el taller de Polak, a la espera de los fondos para arreglarlo.
El proyecto para su reinstalación incluye un enrejado, con el evidente objetivo de preservarlo de futuros ataques, principalmente teniendo en cuenta en enorme valor de la premiada escultura y el delicado material con el que está construida (madera).
La obra, mutilada, luce la falta de los dedos, ambas piernas (con sus grandes zapatos), ambas manos, un lateral completo y hasta la emblemática nariz del Pinocho.
“Uno sigue esperando. Ya se acostumbra a esto. Pero es duro después de tanta dedicación que la creación que uno hizo con tanto empeño regrese en la forma que volvió”, explica el propio Polak, quien no ve la hora de empezar con los trabajos de restauración.
“Me apena que a diferencia de otra ciudades, no haya una política clara y contundente en materia de escultura pública y ni que hablar la falta de respeto que se le tiene, ya que la única forma de preservarlas, es ubicándolas en atriles altos y enrejadas”, remarcó.
Hoy, los carlospacenses y turistas que atraviesan este lindo paseo público, ubicado en Costanera (entre calles Miguel Juárez y Arruabarrena), ven como se deteriora este lugar, y no pueden creer que se exhiba, desde hace seis meses, los dos pilares desnudos y hasta las marcas de las dos placas, que alguna vez indicaron la presencia de la obra de arte en ese rincón.
¿Revivirá el “Pinocho carlospacense” o tendrá el mismo trágico final que la historia original?.
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