Juan terminó la secundaria el año pasado y solo, por sus propios medios, gestionó y ganó una beca que lo llevará por 30 días a China. Su “gira” internacional ya arrancó, siendo la primera escala de tres días en Washington.
A Juan Litvachkes le aceptaron el pedido de cursar un “Bachillerato Internacional” en la gran potencia asiática, para lo cual debió sortear todo tipo de trámites y lo que fue más difícil, reunir los fondos para costearse semejante travesía.
Antes de llegar a China aprovecho al máximo su estadía en la capital de los Estados Unidos. Allí se reencontró con un amigo de la infancia y gracias a esta “escala” de unos pocos días pudo conocer esta capital del país del norte.
“Estos días, sin dudas han sido de los más rápidos de mi vida: El tiempo nunca alcanza cuando uno quiere conocer, cuando uno disfruta dicen que pasa volando y eso fue exactamente lo que me paso”, asegura Juan entre emocionado y ansioso por recorriendo lugares que jamás imaginó llegaría a visitar.
Sobre la capital norteamericana es contundente: “Es una ciudad que enamora, transmite una enorme paz. Uno no se da cuenta que dentro de las paredes de cada uno de los edificios que ve desde afuera se decide el destino de muchas naciones. Es una ciudad para vivirla, caminar lento, para admirarse ante cada uno de los paisajes ya que está todo previsto para que la vista del turista sea perfecta. La gente en general es buena, los latinos son sumamente reconocibles y cada vez que pueden darte una mano lo hacen”.
Siguiendo con la mirada de este joven carlospacense y sus primeros contactos con los habitantes de Washington asegura: “La gente es amable, pero no es el calurosa como el argentino, aquí te responden bien a las preguntas, pero nadie continúa la charla, no es de ir un poco más allá del mínimo.
“Es una ciudad que fascina, lo que no significa que lo nuestro sea malo. En muchas cosas somos muy buenos, y a veces no se trata de tener una máquina automática, se trata de una palabra, de un gesto de calidez, que aquí no sobra”, reflexiona.
Juan está en Washington con Matías, el otro joven argentino que viaja a China para cursar la capacitación internacional. Los aloja Marcelo, un salteño, ingeniero egresado de la Universidad Nacional de Córdoba que ahora está haciendo su doctorado en la capital norteamericana: “Nos recibió con un asado y nosotros trajimos el vino, como no podía ser de otra manera. Vimos la intricada final del mundial y después decidimos con Matías salir a hacer vida de turista. Visitamos el Washington Memorial, donde no pudimos subir porque no quedaban tickets y de ahí decidimos irnos al Lincoln Memorial que es el monumento que tanto se ve en las películas. Más allá que uno no sea norteamericano y a veces no tiene ese lazo con éstos los próceres, es rescatable ver el orgullo que tienen los estadounidenses por su país. Y la arquitectura de estos lugares se corresponde con este sentimiento que tienen”, expresó.
Como no tener referencias de la “Casa Blanca”. Ese fue nuestro próximo destino The White House “ya con la noche sobre nosotros conocimos ese emblemático lugar. Con el cansancio del viaje y la humedad del ambiente, la caminata de regreso se nos hizo tarde y terminamos recurriendo al taxi, -que manejaba un pakistaní-, y que al indagar sobre nuestro lugar de procedencia, sólo atinó a decir: Argentina, Diego Maradona!”.
Todo esto ocurrió en el primer día. Tras el descanso y un poco más organizados “nos levantamos temprano y partimos para la estación de trenes, donde nos entremezclamos con los yankees y para eso desayunamos en Starbucks, su tradicional café gigante, para luego tomarnos el Metro y esta vez conseguir las entradas para subir al Washington Memorial (el obelisco), cosa que logramos”.
Sobre este lugar relata: “Una vista magnífica hacia los cuatros puntos cardinales, con la sorpresa de ver en la plaza el eclipse, al menos un poco”.
Después de allí partieron caminando unos mil metros hasta el Jefferson Memorial, en honor al ex presidente norteamericano.
Juan recuerda que esta figura estadounidense tuvo ideas muy vanguardistas para su época, como la libertad de religión y la adecuación de las leyes a los tiempos que se vivían. Jefferson murió en el siglo XIX, pero sus ideas se expandieron en el tiempo y dejaron la impronta para que Estados Unidos, sea la nación que es hoy, reflexiona.
“Al terminar el día fuimos de Shopping, nuevamente Argentina volvió a nuestra mente cuando vimos dos personas extranjeras caminando con la remera argentina, y las dos estrellitas de nuestras copas: Corriendo salí a saludarlos”. Y de allí el regresó a casa para cerrar el segundo día.
Llegaba de esta forma el tercer y último día, antes de partir al “Extremo Oriente”.
“Ya con la mayoría de lugares vistos decidimos dormir un poco más y luego de desayunar nuestra primera parada fue el Capitolio, una visita guiada en la que aportan mucha información, a mi criterio no tan jugada y en la que simplemente defienden su modelo de país, para venderlo a los turistas que son de todas partes del mundo y llegan fascinados a visitarlos. Por un túnel nos conectamos a la biblioteca del Congreso. Lugar que nos pareció extraordinariamente grande. A los que le guste estudiar en bibliotecas, allí se sentirían muy cómodos. Para finalizar el día, fuimos al Cementerio de Arlington, donde bajo un sol pesadísimo caminamos para ver el cambio de guardia del Soldado Desconocido: Un ritual muy vistoso”.
Antes de las catorce horas de viaje China, antes de partir, desde Washington Juan envió un mensaje para todos en su querida Carlos Paz: “quiero agradecerles por los calurosos saludos, es muy importante para mí saber que ni en China estaré sólo, que están ustedes en todo momento conmigo. De corazón un inmenso gracias”.
A Juan Litvachkes le aceptaron el pedido de cursar un “Bachillerato Internacional” en la gran potencia asiática, para lo cual debió sortear todo tipo de trámites y lo que fue más difícil, reunir los fondos para costearse semejante travesía.
Antes de llegar a China aprovecho al máximo su estadía en la capital de los Estados Unidos. Allí se reencontró con un amigo de la infancia y gracias a esta “escala” de unos pocos días pudo conocer esta capital del país del norte.
“Estos días, sin dudas han sido de los más rápidos de mi vida: El tiempo nunca alcanza cuando uno quiere conocer, cuando uno disfruta dicen que pasa volando y eso fue exactamente lo que me paso”, asegura Juan entre emocionado y ansioso por recorriendo lugares que jamás imaginó llegaría a visitar.
Sobre la capital norteamericana es contundente: “Es una ciudad que enamora, transmite una enorme paz. Uno no se da cuenta que dentro de las paredes de cada uno de los edificios que ve desde afuera se decide el destino de muchas naciones. Es una ciudad para vivirla, caminar lento, para admirarse ante cada uno de los paisajes ya que está todo previsto para que la vista del turista sea perfecta. La gente en general es buena, los latinos son sumamente reconocibles y cada vez que pueden darte una mano lo hacen”.
Siguiendo con la mirada de este joven carlospacense y sus primeros contactos con los habitantes de Washington asegura: “La gente es amable, pero no es el calurosa como el argentino, aquí te responden bien a las preguntas, pero nadie continúa la charla, no es de ir un poco más allá del mínimo.
“Es una ciudad que fascina, lo que no significa que lo nuestro sea malo. En muchas cosas somos muy buenos, y a veces no se trata de tener una máquina automática, se trata de una palabra, de un gesto de calidez, que aquí no sobra”, reflexiona.
Juan está en Washington con Matías, el otro joven argentino que viaja a China para cursar la capacitación internacional. Los aloja Marcelo, un salteño, ingeniero egresado de la Universidad Nacional de Córdoba que ahora está haciendo su doctorado en la capital norteamericana: “Nos recibió con un asado y nosotros trajimos el vino, como no podía ser de otra manera. Vimos la intricada final del mundial y después decidimos con Matías salir a hacer vida de turista. Visitamos el Washington Memorial, donde no pudimos subir porque no quedaban tickets y de ahí decidimos irnos al Lincoln Memorial que es el monumento que tanto se ve en las películas. Más allá que uno no sea norteamericano y a veces no tiene ese lazo con éstos los próceres, es rescatable ver el orgullo que tienen los estadounidenses por su país. Y la arquitectura de estos lugares se corresponde con este sentimiento que tienen”, expresó.
Como no tener referencias de la “Casa Blanca”. Ese fue nuestro próximo destino The White House “ya con la noche sobre nosotros conocimos ese emblemático lugar. Con el cansancio del viaje y la humedad del ambiente, la caminata de regreso se nos hizo tarde y terminamos recurriendo al taxi, -que manejaba un pakistaní-, y que al indagar sobre nuestro lugar de procedencia, sólo atinó a decir: Argentina, Diego Maradona!”.
Todo esto ocurrió en el primer día. Tras el descanso y un poco más organizados “nos levantamos temprano y partimos para la estación de trenes, donde nos entremezclamos con los yankees y para eso desayunamos en Starbucks, su tradicional café gigante, para luego tomarnos el Metro y esta vez conseguir las entradas para subir al Washington Memorial (el obelisco), cosa que logramos”.
Sobre este lugar relata: “Una vista magnífica hacia los cuatros puntos cardinales, con la sorpresa de ver en la plaza el eclipse, al menos un poco”.
Después de allí partieron caminando unos mil metros hasta el Jefferson Memorial, en honor al ex presidente norteamericano.
Juan recuerda que esta figura estadounidense tuvo ideas muy vanguardistas para su época, como la libertad de religión y la adecuación de las leyes a los tiempos que se vivían. Jefferson murió en el siglo XIX, pero sus ideas se expandieron en el tiempo y dejaron la impronta para que Estados Unidos, sea la nación que es hoy, reflexiona.
“Al terminar el día fuimos de Shopping, nuevamente Argentina volvió a nuestra mente cuando vimos dos personas extranjeras caminando con la remera argentina, y las dos estrellitas de nuestras copas: Corriendo salí a saludarlos”. Y de allí el regresó a casa para cerrar el segundo día.
Llegaba de esta forma el tercer y último día, antes de partir al “Extremo Oriente”.
“Ya con la mayoría de lugares vistos decidimos dormir un poco más y luego de desayunar nuestra primera parada fue el Capitolio, una visita guiada en la que aportan mucha información, a mi criterio no tan jugada y en la que simplemente defienden su modelo de país, para venderlo a los turistas que son de todas partes del mundo y llegan fascinados a visitarlos. Por un túnel nos conectamos a la biblioteca del Congreso. Lugar que nos pareció extraordinariamente grande. A los que le guste estudiar en bibliotecas, allí se sentirían muy cómodos. Para finalizar el día, fuimos al Cementerio de Arlington, donde bajo un sol pesadísimo caminamos para ver el cambio de guardia del Soldado Desconocido: Un ritual muy vistoso”.
Antes de las catorce horas de viaje China, antes de partir, desde Washington Juan envió un mensaje para todos en su querida Carlos Paz: “quiero agradecerles por los calurosos saludos, es muy importante para mí saber que ni en China estaré sólo, que están ustedes en todo momento conmigo. De corazón un inmenso gracias”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario