domingo, 23 de marzo de 2008

Plaza Belgrano: Gente si, mascotas no


Villa Carlos Paz, considerada “ciudad jardín”, paradójicamente, tiene pocas plazas: Una en barrio Sol y Lago, otra en Costa Azul (Sur), en Playas de Oro (Pucará), Altos de San Pedro, Sol y Río y las tradicionales plazas Alberdi y Belgrano.
En ésta última y ubicada en el “corazón” del barrio del mismo nombre, Manuel Belgrano, ocurrió en los últimos días un hecho que desató la polémica entre los frentistas y vecinos del lugar: La estricta prohibición del ingreso de animales al paseo.
Lo que podría haber sido una medida “doméstica”, sin mayores consecuencias, desencadenó una verdadera división de entre los que están a favor y en entre lo que no de esta iniciativa llevada a cabo por el “Placero” del espacio público.
Fue precisamente el conocido (y querido) trabajador municipal, Carlos “Pocho” Martínez, desde diciembre el responsable de velar por la limpieza y el cuidado del lugar, quien con sus propias manos instaló los letreros, uno por cada cuadra de la plaza, donde se alertaba a la población: “Prohibido el ingreso a la plaza con animales”.
Y las voces a favor y en contra no se hicieron esperar entre los habitantes del barrio, mientras el resto de la ciudad siguió con atención, casi como espectadores de un grotesco, la polémica, servida como en bandeja.
“Nos parece bien que se cuide la plaza también en este aspecto, porque desde que hay Placero todo está lindísimo aquí, excepto los desubicados de siempre, que traen sus perros para que hagan sus necesidades y poco les importa el respeto por los demás y limpieza e higiene”, expresó una vecina que reside en calle Jorge Newbery, justo enfrente de uno de los llamativos letreros.
En cambio otro de los vecinos manifestó: “La plaza está muy linda y muy cuidada, es cierto, pero eso no le da el derecho al Placero a tomarse semejante atribución. Somos muchos los que siempre venimos a pasear nuestros perritos, algunos porque no tienen patio y otros, como yo, para que nuestras mascotas se distraigan: A quien se le puede ocurrir que moleste que hagan sus necesidades?”
Consultado el placero sobre las causas de esta drástica medida fue claro y contundente: “La orden vino del área de Inspectoría General, fechada el 4 de marzo pasado y firmada por Marcelo Rickard, por entonces titular la repartición, para que se aplicara la restricción”, recordó “Pocho” Martínez.
La única excepción a la regla, siguió explicando, sería para quienes acudieran con “bozal” y la correspondiente “palita”, a los efectos de levantar en caso de ser necesario, los restos que los animales pudieran dejar.
Allí podría haber finalizado la historia. Pero no fue así. Quienes se oponían a que sus mascotas pudieran seguir disfrutando libremente del lugar, sin ninguna restricción acudieron a los organismos públicos, el municipio y el Concejo de Representantes y fue desde la Dirección de Parques y Paseos, a cargo de Daniel Vercesi, que se exigió el inmediato retiro de los carteles.
Hoy, la plaza Belgrano exhibe aún los letreros, aunque el Placero, por temor a sufrir alguna represalia oficial, acató la última contraorden y pintó de amarillo la leyenda donde se ponía freno al ingreso de lo animales, para que de esta forma se vuelva a la libre circulación de personas y mascotas.
La realidad muestra que las opiniones siguen divididas, la polémica quedó instalada y la gran mayoría ya ni sabe si puede o no concurrir al lugar con sus animalitos.
Tradicionalmente este paseo, enclavado a 400 metros de la calle principal de la ciudad y dotado de una vegetación privilegiada, contiene a todo tipo de “público”. Habitantes autóctonos que siempre acuden a tomar mate o llevan sus hijos a los “jueguitos”, también los turistas, que sorprendidos por la belleza del sector disfrutan de este “oasis” ubicado a pasitos del centro. Están también los niños, que juegan al fútbol en una improvisada cancha o bien los practican skate, aprovechando el cemento y las escaleras de otro de los sectores de la plaza. También quienes acuden a las distintas actividades que se realizan en el salón del centro vecinal, desde gasistas, hasta quienes practican gimnasia o yoga. Los fieles que rezan por la imagen de la Virgen, allí erigida. Y finalmente los que “se mueven” en la noche y ven en este lugar un espacio ideal papa distraerse, tomar alguna cerveza entre amigos o aquella pareja, que favorecidos por la oscuridad se “entregan” a los designios de Cupido.
Mientras tanto el busto del prócer “descansa” (bien seguro) en las oficinas del área de Parques y Paseos y la plaza exhibe incompleto el monolito, sin la figura del creador de la bandera, como una consecuencia de los robos y “piedrazos” que sufría constantemente; el Placero, sólo se preocupa ahora por el cuidado de los árboles, las plantas, los rosedales y el césped, de seis de la mañana, hasta las 13 horas.
Muchos se preguntan ahora si lo que ha vivido la Plaza Belgrano, en los últimos años, no es el claro reflejo, en proporción más pequeña claro, de lo que vive la gran ciudad que la contiene: Una Villa Carlos Paz con bellezas, con turismo, crecimiento, pero también con inseguridad, polémicas y contradicciones. De las grandes y de las pequeñas.

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